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sábado, 6 de noviembre de 2010

SI SU HIJO/A TARTAMUDEA...

  • No reaccionar mal ante el niño que tartamudea: no manifestar ningún signo (verbal o no verbal) de impaciencia o ansiedad.
  • No hacer repetir al niño las palabras o frases ni tampoco decirle que hable tranquilo o despacio. Ofrecerle un modelo de habla más lenta y pausada y reforzarle cuando lo imite y lo haga.
  • No se debe reñir, censurar o criticar ni ridiculizar.
  • Debe evitarse al niño todo tipo de situaciones de tensión. Nadie hará observaciones al niño sobre su forma de hablar. Se evitará que tenga contacto con personas que pudieran perjudicarle en este sentido.
  • Darle tiempo para que termine la frase. No adelantarse adivinando continuamente lo que va a decir, ni terminar las frases en su lugar.
  • No interrumpirle excepto si verdaderamente se bloquea: en caso de que manifieste signos de esfuerzo brusco al hablar, intervenir suavemente distrayendo el esfuerzo y facilitando una buena comunicación.
  • Darle conversación y animarle a hablar en situaciones de no tensión.
  • Comentar lo que se ve en la televisión, hablarle de cosas que le interesen, leer cuentos junto con el niño, haciéndolo despacio, con pronunciación clara y frases sencillas.
  • No preocuparse excesivamente, de esta forma el niñ@ también se preocupará. Que no se refleje en su cara o en sus gestos ningún signo de preocupación.
  • No querer que le den un trato diferente en la escuela, pues puede aprovecharse de esta situación y seguir tartamudeando para librarse de determinadas actividades.
  • Es necesario evitar pedir al niño que hable más lentamente, o que repita lo que ha dicho articulando mejor. Esta manera de actuar sólo sirve para romper la atmósfera de comunicación viva y transforma el intercambio verbal en un ejercicio molesto e ineficaz.
  • El interlocutor debe permanecer en su papel como tal, y no pasar a actuar como un consejero del habla. No se puede hablar normalmente a alguien que se presenta como un juez de habla que le dirige. El habla no evoluciona correctamente si no se preserva la calidad de la comunicación, si no se le da más importancia a lo que se quiere decir sobre cómo se dice.
  • Tomar una actitud abierta y no dudar, cuando no comprenda lo que quiere decir, en realizarle preguntas acerca lo que crea haber comprendido. Es importante prestar atención a que estas preguntas no sean interpretadas como un reproche, sino hacerle sentir que nos importa mucho lo que nos quiere contar
  • Debe evitarse también la actitud de fingir no haber comprendido a causa de la mala expresión del niño.
  • Interesarse siempre en todo lo que el niño tiene que decir
  • Proponer la palabra en la que el niño se ha atascado o un final para su frase, si vemos que lo está pasando mal, hablar no tiene que ser una experiencia traumática.
  • Hacer preguntas sobre lo que cree que el niño quiere decir, pero proponiendo inmediatamente algunas respuestas posibles
  • Decirle al niño qué es lo que ha entendido hasta aquel momento (o en algunas contadas ocasiones, lo que no se ha entendido)
  • EVITAR TODA DEMANDA DE ESFUERZO PARA HABLAR. No obligar al niño a hablar, la comunicación es algo natural, que surge de forma espontánea, ante la necesidad de decir algo, no hemos de forzarlo ni ponerlo en situaciones comprometidas.

    Debemos dejar que nuestr@ niñ@ tome la iniciativa de contarnos algo, cuando realmente necesite contárnoslo.

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