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lunes, 22 de febrero de 2010

SI TU HIJO /A TIENE DIFICULTADES PARA HABLAR

¿CÓMO ACTUAR CUANDO TU HIJO O HIJA TIENE DIFICULTADES PARA HABLAR, TARTAMUDEA, SE “ATASCA”...?

Vamos a empezar hablando sobre el origen de la tartamudez. Antes de nada hay que aclarar que no hay una opinión unánime sobre cuál es la causa exacta, si hay un único origen o bien es la confluencia de varias causas las que la originan. Pero en lo que sí se coincide es en la idea de que la tartamudez nace de los esfuerzos que la persona hace o ha hecho anteriormente para hablar mejor, a pesar de los bloqueos, repeticiones, atascos, equivocaciones... (que existen habitualmente en el habla normal). Hay personas que superan estas dificultades de forma natural, sin darle mayor importancia, pero en cambio hay otras que le otorgan tanta importancia a esas dificultadas que quedan estancados en ellas.

Aunque hay muchas ideas contrarias sobre la tartamudez y su origen, la mayor parte de los especialistas coinciden en la importancia de la actitud de los padres frente a la tartamudez de su hijo. Se ha podido observar incluso que la adopción de una actitud adecuada frente a estos accidentes del habla pueden ser suficientes, en el niño menor de 6 años, puede hacer desaparecer la tartamudez en la casi totalidad de los casos, incluso cuando se presenta en un grado importante o cuando hace ya más de un año de su presentación. Por ello merece la pena tomarse este aspecto muy en serio:

TRES ACTITUDES PERJUDICIALES

Muchos padres han probado algunas de estas actitudes, actitudes naturales que se adoptan con la mejor intención del mundo, pero que pueden ejercer el efecto contrario.

1.Reproches, burlas, o apelar a su voluntad. “Presta un poco de atención cuando hablas”, “repite eso mejor, cuando quieres, sabes hablar perfectamente”. El temor de tener que afrontar nuevos reproches hará que el niño aumente su esfuerzo por hablar, aumentará su tensión y empeorará el problema.

2.Consejos: “relájate”, “habla más despacio”, “respira”, “articula”, “piensa primero lo que vas a decir…” etc. Para conseguir que el niño se relaje al hablar, no es la mejor idea decirle al niño que se relaje. No hay nada que resulte más irritante que a uno se le interrumpa continuamente. Vigilar además de manera constante el propio habla resulta una empresa imposible de mantener mucho tiempo, sin afectar a la calidad de la comunicación, se le quita espontaneidad y agrava la situación.

3.Falsa indiferencia: actuar como si no pasara nada en particular. Dejar que el niño acabe (laboriosamente y con esfuerzo) su frase. Fingir no tranquiliza al niño, el sabe que es algo desagradable, pero de lo que no se habla, lo cual le da más importancia aún. Si mamá prefiere o hacer caso de este problema que me causa tantas dificultades –pensará el niño- es que debe ser algo muy molesto, así que me tendré que esforzar mucho en ocultarlo. Como consecuencia: aumenta aún más su miedo a hablar.

Y ENTONCES…¿CÓMO ACTUAR?

Es necesario adoptar la actitud de un interlocutor activo en la conversación, y para llegar a ello es necesario:
  • Interesarse siempre en todo lo que el niño tiene que decir
  • Proponer la palabra en la que el niño se ha atascado o un final para su frase
  • Hacer preguntas sobre lo que cree que el niño quiere decir, pero proponiendo inmediatamente algunas respuestas posibles
  • Decirle al niño qué es lo que ha entendido hasta aquel momento (o en algunas contadas ocasiones, lo que no se ha entendido)
  • EVITAR TODA DEMANDA DE ESFUERZO PARA HABLAR. No obligar al niño a hablar, la comunicación es algo natural, que surge de forma espontánea, ante la necesidad de decir algo, no hemos de forzarlo ni ponerlo en situaciones comprometidas.

PARA QUE LAS COSAS EVOLUCIONEN

Es necesario evitar pedir al niño que hable más lentamente, o que repita lo que ha dicho articulando mejor. Esta manera de actuar sólo sirve para romper la atmósfera de comunicación viva y transforma el intercambio verbal en un ejercicio molesto e ineficaz.

El interlocutor debe permanecer en su papel como tal, y no pasar a actuar como un consejero del habla. No se puede hablar normalmente a alguien que se presenta como un juez de habla que le dirige. El habla no evoluciona correctamente si no se preserva la calidad de la comunicación, si no se le da más importancia a lo que se quiere decir sobre cómo se dice.

Las personas del entorno del niño deben tomar una actitud abierta y no dudar, cuando no comprenda lo que quiere decir, en realizarle preguntas acerca lo que crea haber comprendido. Es importante prestar atención a que estas preguntas no sean interpretadas como un reproche, sino hacerle sentir que nos importa mucho lo que nos quiere contar.

Debe evitarse también la actitud de fingir no haber comprendido a causa de la mala expresión del niño.

PRÁCTICAS POSITIVAS
  • Cinco minutos al día
“Ven, vamos a leer unos dibujos”. Sin embargo, si el niño se niega, lo dejaremos para el día siguiente. Sin insistir. “Bueno, mañana entonces” (pero no cuando tú quieras).
El niño escoge un libro de entre los 4 ó 5 que le proponemos. Puede incluso que sea el mismo cada vez durante un cierto tiempo. Tiene que ser un libro que narre una historia con muchas ilustraciones vivas y ricas.
La madre o el padre irán contando al niño “lo que hay” y “lo que pasa” en los dibujos mientras lo van mostrando con el dedo.
Deben emplear un lenguaje familiar, un tono natural pero más bien melodioso y a un ritmo lento, que se adapte no a las posibilidades de la comprensión del niño, sino a sus posibilidades de articulación.
Deben ir haciendo preguntas pero proponiendo, ellos mismos las respuestas SIN DEMORA. Es esencial que el niño no se sienta obligado a hablar en ningún momento.
Dejarán que el niño se exprese si siente la necesidad de hacerlo, pero recuperarán enseguida la iniciativa. Son los padres los que “llevan al niño de paseo a través de los dibujos”, si bien siguiendo el interés de éste.
Deberán aprobar las propuestas del niño, aunque estén mal articuladas o sean frases imperfectas, pero sin hacerle sentir la corrección ni pedir ningún tipo de repetición.

  • Lectura comentada
De vez en cuando alguno de los padres puede leer el texto pero, después de cada frase, deberá repetir lo que ha leído en un lenguaje familiar, comentándolo y haciendo referencia a las experiencias del niño “Mira esto, es como en la casa de la abuela ¿te acuerdas?”

ENTRENAMIENTO EVENTUAL

En algunos casos puede ser útil que el niño emprenda un entrenamiento especial a base de ejercicios de relajación, seguidos de práctica de lectura expresiva, con el objetivo de orientar su mente en el momento de hablar. Un entrenamiento de este tipo no es indispensable, ya que el problema puede regresar perfectamente de una manera espontánea al madurar el niño con el curso de los años, siempre y cuando la actitud de su entorno lo haya favorecido.

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